Sobre la
obra:
Dos hermanas
separadas por distancia y circunstancias se vuelven a encontrar. Han pasado
muchas cosas y varios años, solo tienen el recuerdo de lo que “era”
la otra. Desean reconocerse hasta en los más silenciosos secretos... en
aquello del llamado “pasado”. Un reencuentro inesperado; un estallido con
la única posibilidad que les queda: Identificarse fraternalmente.
Palabras del director:
Dirigir una obra de Eduardo Sarlos es de muchas maneras una meta de alto
alcance. Conocí sus trabajos a fines de los ’80 y participando en el
Festival Latino de Nueva York, me cupo la oportunidad de acercarme a un
proyecto de
Mujeres en el Armario,
obra que tuvo gran repercusión y descubrió a un autor muy fuertemente
representado. Desde entonces, fue la inquietud de conocer más aun su obra y
la posibilidad de representarlo. Por distintos motivos se fue postergando
este momento, lamentando que ahora ya no podemos gustar de su voz cargada de
ternura y su presencia fuerte y cálida. De todas maneras el compromiso
todavía es mayor. Debo responder -con las actrices- a premisas muy
concretas que Don Eduardo dejó en la pieza: mostrar lo implacable de la
vejez, la soledad y/o la muerte, hilvanado con el más contundente y realista
humor negro. Hoy el Teatro de la Luna tiene un compromiso de honor.
Representar a Eduardo Sarlos, un par de Roberto Cossa, Carlos Gorostiza,
José Ignacio Cabrujas y otros que como ellos dejan su obra, un compromiso y
un vacío algo difícil de superar. Que
Mujeres en el Armario
sea el homenaje tan humilde como sincero para un grande del teatro
latinoamericano. A su memoria Don Eduardo.
Mario
Marcel.
Sobre el
autor:
Don Eduardo Sarlos nació el 28 de abril de 1938 en su muy recordada
Budapest, llegando de su natal Hungría a Montevideo, Uruguay en 1948. En
1971 se recibe de arquitecto y comienza a mostrar una faceta que después
será la antesala de su presentación literaria: la plástica. Es en 1979 que
logra exhibir -lo que luego sería muy esperado- sus dibujos y sus pinturas
donde plasma los personajes a quienes posteriormente les dará la palabra.
Tenía sus
“memorias” y todos los fantasmas que un niño puede conservar de una guerra
tan despiadada como ilógica. Fue sin duda un testigo silencioso y pasivo.
De ahí que no extrañó que en 1983 se iniciara su corta como meteórica
carrera de dramaturgo con una obra que podría ser el compendio de todas las
que la sucedieron: La Pecera.
Durante
quince años Eduardo Sarlos le entregó al teatro uruguayo lo mejor de sí
mismo y el mismo teatro, tuvo en él a un autor lúcido y de gran talento. En
su corta carrera elaboró algo más de veinte obras siendo una de sus
preferidas Mujeres en el Armario, la que en parte es bosquejada en una
población cercana a Washington, DC y en la que -entre otros temas- la muerte
se asoma tenue, silenciosamente. El 7 de enero de 1998 Don Eduardo Sarlos
nos dejó un último dibujo: su adiós.
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