POETAS


Jesús Rito
García

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XXVII Maratón de la Poesía

Jesús Rito García, Isla de Cedros, Baja California, México. Es licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, poeta, editor y creador de los proyectos: Editorial Pharus, Abasto de Letras, el Maratón de Poesía de Oaxaca, y la Biblioteca de San Juan Luvina.

Catedrático de la Facultad de Idiomas de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, México. 
Autor del poemario Recuerdos que no emigran, México, 2008 y Bahía de los poetas, Lima, Perú, 2017.

Ha participado en diferentes antologías: Las arenas del lenguaje, en doscientos años de poesía mexicana. T. XVI, selección de Jair Cortés y Berenice Huerta, 2010; Poemas para un poeta que dejó la poesía, Cuadernos de El Financiero, 2011; Desde el fondo de la tierra, poetas jóvenes de Oaxaca, Praxis, 2012 y Los 43, antología 2015.

Durante el 2014, 2016 y 2017 participó en el II, IV y V, Festival Internacional Primavera Poética que se lleva a cabo en Lima, Perú.

Además de dar talleres y charlas sobre literatura en diferentes partes del país.

La poeta Andrea Campos Parra de Chile, dice de Bahía de los poetas: “Poesía contenida en un gran cielo verde lleno de mar. Danzan todos: los que partieron, los que llegan, los poetas muertos que ahondan la voz del poeta vivo. Desordenados trazos de palabras cuentan como cuentos las historias de sus pueblos llenos de árboles añosos sin esperanzas, cansados de mar.”

La poeta Sylvia Manrique de Sonora, comentó sobre Jesús Rito: “Dice que le gusta leer y hacer poesía desde una hamaca y yo no puedo evitar pensar en esa analogía de la vida. Igual que en la hamaca la vida va y viene, a veces arrulla, y otras preocupa, marea. Estoy de acuerdo con él, que no toda la poesía es para endulzar. Creemos y necesitamos esa poesía que nos proyecta, nos mueve, nos golpea, nos pone alerta, que necesita nuestra pluma para expresarse.”

Alfonso Carballo dice de la obra de Jesús Rito García: “México, con su grandilocuente mexicanidad y tradición arraigada (López Velarde, Villaurrutia, Pellicer, Paz, Sabines), no es la tierra prometida de este poeta que acaso se sabe hijo pero ha alcanzado la mayoría de edad. Sus amores son otros (Pessoa, Cavafis, Pavese), y, por lo universal, su poesía vuelve al punto de partida: Insurrección del espíritu en el devenir luminoso de una tradición que se reinventa. Y en esta andadura, en el umbral de la poesía, la voz de este poeta –autonombrado poscorrientista– acontece en la modulación misma de su pronunciamiento. Diálogo ocular con este nosotros que somos él.”