Poeta, filólogo.
En 1982, obtuvo el accésit del Premio Adonáis con Aquelarre en Madrid.
Ha entregado al lector los libros de poemas: Ojos
de agua
(1985), Cerrado por reformas (1988), Gran Vía (1990), El
Gallo de Bagdad y otros poemas de guerra (1991), Amor ciego
(1995), Bar adentro (1997) -que lleva ya cuatro ediciones-, La
semana fantástica (1996), la antología El hombre de la calle
(2001) traducida al francés como L’homme de la rue (2004), Trampas
para perder (2003), la antología de poesía amorosa La amada
invencible. 80 poemas incurables (2006), El corazón no muere
(2006), Mujeres encontradas (2008) y la compilación de sus obras
completes bajo el título Donde nadie me llama (Hiperión, 2011).
Involucrado en el quehacer poético de su tiempo, participa activamente en
los años ochenta en la formulación del movimiento poético llamado “Sensismo”
que proponía
alejarse del culturalismo de los novísimos y buscar conectar con la
cotidianidad del hombre. A partir de aquí se lanza a formular un nuevo rumbo
para la poesía en sendos manifiestos:
“Perdimos la palabra” (El País, 7/2/1987) y “Hacia una poesía
entrometida (Manifiesto fugaz)" (Revista Leer 1989). En este último,
al hablar del “entrometimiento” de la poesía, Beltrán proponía una escritura
en la cual lo social fuera siempre uno de sus ingredientes.
En 1989 funda su propio estudio: El Nombre de las Cosas, empresa pionera en
servicios de nombrar otras empresas, que crea algunas de las marcas
españolas de mayor éxito comercial de los últimos años: Amena, Faunia,
Opencor, BBVA, La Casa Encendida, Engloba, Aliada, Equo y Rastreator. En el
libro El Nombre de las Cosas (Conecta - Random House Mondadori, 2012)
revela cómo llegó a ello y las peripecias por las que pasó en su trayectoria
de convertirse en nombrador y creador de marcas. |